W.H AUDEN Poesía EL ESCUDO DE AQUILES TEXTO Completo ESPAÑOL

 

Auden – Poemas contra la Guerra

Wystan Hugh Auden
El escudo de Aquiles

(en Inglés: The Shield of Achilles)

(1952)

 

Poemas contra la guerra

Texto completo

traducido al español

Literatura inglesa

 

El escudo de Aquiles es un poema de Wystan Hugh Auden publicado por primera vez en 1952 y también es el título de una colección de poemas de Wystan Hugh Auden, publicado en 1955.
El poema “El escudo de Aquiles” es la respuesta de W. H. Auden a la descripción detallada (o écfrasis) del escudo que lleva el héroe Aquiles en la épica La Ilíada de Homero.

En el poema de Wystan Hugh Auden “El escudo de Aquiles”, el mundo de Homero está tan oscurecido, tan atormentado por las atrocidades actuales, que Hefesto ya no puede crear imágenes hermosas. El soldado moderno Aquiles es insensible y cruel, incapaz de amar e impermeable a la luz y la gracia. Las imágenes de su escudo reflejan su vacío moral y el páramo de su mundo.

En el poema “El escudo de Aquiles”, W.H. Auden se describe a sí misma como la madre de Aquiles, Teti, mientras observa a Hefesto trabajar en el escudo.

 

A continuación puede leer el poema completo de Wystan Hugh Auden “El escudo de Aquiles” traducido al español.

Puedes leer el poema completo de W.H. Auden “El escudo de Aquiles” (en Inglés: The Shield of Achilles) con texto original en inglés en yeyebook, aquí. 

En el menú de arriba o al lado puedes encontrar y leer el texto del poema de Wystan Hugh Auden “El escudo de Aquiles” traducido a otros idiomas: Italiano, francés, alemán, chino, etc.

¡Feliz lectura y No a la guerra, Paz!

 

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Poemas contra la guerra

Wystan Hugh Auden

El escudo de Aquiles

(en Inglés: The Shield of Achilles)

 

Texto completo

traducido al español

 

Tetis miró sobre el hombro de Hefesto,

buscando viñedos y olivares,

ciudades de mármol bien gobernadas

y bajeles sobre indómitos mares;

 

pero en el reluciente metal

las manos del divino orfebre habían dispuesto

un desierto bajo

un cielo de plomo.

 

Una planicie desnuda, desolada y parduzca,

sin una hoja de hierba o muestras de un vecindario,

nada para comer o un sitio donde sentarse;

 

sin embargo, congregada en la soledad,

una multitud ininteligible,

un millón de ojos, un millón de alineadas botas,

esperaba una señal.

 

En el aire, una voz sin rostro,

con un tono tan seco y plano

como el paisaje, demostraba, mediante estadísticas,

que la causa era justa.

 

Nadie fue aclamado y nada se discutió,

marcharon en una nube de polvo, columna tras columna,

manteniendo unas creencias

cuya lógica los conduciría

a nuevos sufrimientos.

 

Tetis miró, buscando vaquillas rituales

enguirnaldadas con flores blancas,

libaciones y sacrificios;

 

pero allí, en el metal reluciente,

donde ha debido haber un altar,

vio, a la luz intermitente de la fragua,

una escena muy distinta:

 

El alambre de púas cercaba un espacio arbitrario donde

aburridos oficiales descansaban

y los centinelas sudaban: una muchedumbre

de gente decente y ordinaria,

observaba desde afuera y no se movía ni hablaba,

 

mientras tres pálidas figuras

eran amarrados y conducidas

a tres postes clavados en el suelo.

 

La fuerza y majestad de este mundo.

Todo lo que pesa, y siempre pesa lo mismo,

estaba en manos ajenas: ellos eran

muy pequeños y no esperaban ayuda,

y la ayuda no llegó;

 

sus enemigos hicieron lo que querían,

su vergüenza fue lo peor que podían desear;

perdieron el orgullo y murieron

como hombres antes de que murieran sus cuerpos.

 

Tetis miró, en busca de atletas

practicando juegos, hombres y mujeres

danzando, moviendo sus dulces extremidades

con rapidez al son de la música,

 

pero allí, en el reluciente escudo,

no estaba dispuesta una pista de baile

sino un campo cubierto

por malas hierbas.

 

Un harapiento granuja, solo y sin proyectos,

vagaba por aquella soledad. Un pájaro se puso

a salvo de su pedrada:

que las jóvenes fueran violadas, que dos muchachos

apuñalaran a otro, eran axiomas para él,

que nunca había oído hablar de un mundo donde

las promesas se cumplieran

o donde se pudiera llorar porque otros lloraban.

 

Hefesto, el armero de delgados labios,

se alejó cojeando, mientras Tetis,

de relucientes pechos, gritó, desgarrada,

ante lo que el dios había elaborado para agradar

a su hijo: Aquiles, matador de hombres,

el de corazón de acero,

cuya vida iba a ser tan breve.

..

.

Wystan Hugh Auden – El escudo de Aquiles

en Inglés: The Shield of Achilles

Poemas contra la guerra

Texto completo traducido al español

Literatura inglesa

 

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Wystan Hugh Auden

W. H. Auden (Wystan Hugh Auden, York, 21 de febrero de 1907 – Viena, 29 de septiembre de 1973) fue un poeta y ensayista británico, nacionalizado estadounidense en 1946.

Sus poemas tempranos se escribieron a fines de los años veinte y, desde 1930, alternó un estilo telegráfico moderno y otro fluido de corte tradicional, escrito en tono dramático e intenso, con lo que logró una reputación casi profética. Tras su marcha a Estados Unidos, cambió de tono y exploró temas religiosos y dramáticos.

Su lírica es conocida por sus novedosos logros técnicos y estilísticos, su compromiso con los principales asuntos morales y políticos de su tiempo y por su gran variedad de tonos, formas y contenidos. Los temas centrales de su poesía son: el amor personal; la política y el concepto de ciudadanía; la religión y la moral y la relación entre los seres humanos como individuos y el anónimo e impersonal mundo de la naturaleza.

En 1935, Auden se casó con Erika Mann, la hija del novelista alemán Thomas Mann. Fue un matrimonio de conveniencia para que ella consiguiera la nacionalidad británica y la posibilidad de escapar de la Alemania nazi, puesto que Auden era homosexual.

Wystan Hugh Auden está considerado como uno de los más grandes escritores del siglo XX, y ha sido —en lengua inglesa— equiparado con Yeats y T. S. Eliot. Fue galardonado con el Bollingen Prize y el National Book Award.

 

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